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Algunos escritores trasladan las historias románticas al ámbito de la extensión novelesca. Millones son los ejemplos que nos sugiere la idea. Otros escritores prefieren el teatro, ya sea en verso o libre. Para Adolfo Bioy Casares (1914-1999) el genero fantástico, narrativa que supo aprovechar en un elevado porcentaje, tenia como casa el cuento. Llego a dominarlo tan bien que acato por escribir, también, cuentos policiales y románticos. que fueron recopilados, estos últimos, en el libro Historias de amor del año 1973. Como contrapunto de lo dicho en el principio, supo expresar con precisión quirúrgica todos los pro y contras de las pasiones que surgen cuando un hombre y una mujer se enamoran.
El primero de los cuentos, Encrucijada, es del todo redondo. Narra los problemas que se producen en los triángulos amorosos. El protagonista narra en primera persona una supuesta relación paralela entre él y una tenista que nunca surgió.
Todos los hombres son iguales, al igual que Todas las mujeres son iguales, cae en la sátira y, casi irrevocablemente, en la comedia.
En Historia romana narra un desopilante contrapunto sexual entre un caballero de la corte papal y una adolescente argentina.
Carta sobre Emilia abre una ventana a la obsesión por una mujer que, decididamente, es todas las mujeres.
Cavar un foso es una renovada versión de Bonnie y Clyde, pero esta vez sin tantos tiroteos y muchas justificaciones. El lector encontrará en estas páginas el amor enloquecido, que persuade a los enamorados de que nunca se cansarán de estar juntos y los empujara al horror.
Adolfo Bioy Casares nació y murió en Buenos Aires. En 1940 escribió, a la precoz edad de 26 años, La invención de Morel, que fue un gran éxito en las letras hispanoamericanas. Le siguieron novelas tales como El sueño de los héroes, Diario de la guerra del cerdo y Dormir al sol. Fue intimo amigo de Jorge Luis Borges, con quien colaboro en varios proyectos, y esposo de la escritora Silvina Ocampo. Mérito a su abnegada labor literaria, en 1990 recibió el Premio Cervantes.
El primero de los cuentos, Encrucijada, es del todo redondo. Narra los problemas que se producen en los triángulos amorosos. El protagonista narra en primera persona una supuesta relación paralela entre él y una tenista que nunca surgió.
Todos los hombres son iguales, al igual que Todas las mujeres son iguales, cae en la sátira y, casi irrevocablemente, en la comedia.
En Historia romana narra un desopilante contrapunto sexual entre un caballero de la corte papal y una adolescente argentina.
Carta sobre Emilia abre una ventana a la obsesión por una mujer que, decididamente, es todas las mujeres.
Cavar un foso es una renovada versión de Bonnie y Clyde, pero esta vez sin tantos tiroteos y muchas justificaciones. El lector encontrará en estas páginas el amor enloquecido, que persuade a los enamorados de que nunca se cansarán de estar juntos y los empujara al horror.
Adolfo Bioy Casares nació y murió en Buenos Aires. En 1940 escribió, a la precoz edad de 26 años, La invención de Morel, que fue un gran éxito en las letras hispanoamericanas. Le siguieron novelas tales como El sueño de los héroes, Diario de la guerra del cerdo y Dormir al sol. Fue intimo amigo de Jorge Luis Borges, con quien colaboro en varios proyectos, y esposo de la escritora Silvina Ocampo. Mérito a su abnegada labor literaria, en 1990 recibió el Premio Cervantes.
Escrito por Yamil Artigas
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