martes, 13 de febrero de 2018

El destornillador de la vida: literatura infantil como desfamiliarizador

Hay libros cortos que, para entenderlos como se merecen, se necesita una vida muy larga.
- Francisco de Quevedo

La literatura infantil es un cofre del tesoro cuya llave es nuestro entendimiento, pero el valor que encontremos en él dependerá de cada uno de nosotros.

Si recuerdan la entrada anterior, que puedes ver aquí, el tema de hoy son los valores de la literatura infantil y cómo aprehenderlos a nuestra vida. No es difícil pero es algo que requiere un poco de práctica.

Mucha cabida le han dado los filósofos de grandes frentes a temas axiológicos: si el valor es objetivo, si es subjetivo, si es intersubjetivo, la jerarquía que deben tener los valores, etc, etc, y más etc. Respecto a la literatura infantil, he llegado a la conclusión de que su valor no deviene de la necesidad consciente (como el valor del agua cuando uno tiene sed) ni de uno potencial, sino que el valor de una obra infantil deriva de una apreciación de nuestras propias faltas o dudas que son representadas en un texto. Esto quiere decir que el texto mismo tiene un valor objetivo, pero a la vez nuestro propio estado psicológico nos ilumina a apreciar un texto a causa de una carencia.

Para lograr identificar cuál es nuestra carencia o estado que debemos enjuiciar, no podemos leer cualquier texto infantil. A mi parecer, los mejores textos infantiles para este tipo de análisis son lo que tienen cierta conexión a la idea de desautomatización o desfamiliarización (остранение) de los formalistas rusos. Para ellos, el lenguaje literario rompe con la pragmática cotidiana, y esto es con el fin de hacer extraño el lenguaje común para que el mundo cotidiano pueda ser desfamiliarizado, para así ver los fenómenos, los acontecimientos, desde una perspectiva distinta. Esto quiere decir que un caballo hablando sobre la ideología capitalista sería una buena forma de traer a nuestra mente aquellos aspectos que pasamos por alto ... ¡el cual existe y es de don Tolstoi!

Esta idea puede ser complejamente resumida en la interpretación de Eagleton (1983) sobre Iser, "la obra literaria más efectiva es la que lleva al lector a un nuevo conocimiento crítico de sus códigos y expectativas habituales", para así "profundizar la consciencia de nosotros mismos, [catalizando] un concepto más critico de nuestra propia identidad" (p. 52), lo cual es causa de la desfamiliarización.

Por tanto, el valor de una obra infantil es hacernos conscientes de un algo que teníamos automatizado para así dar cabida a una crítica de tal idea o acto.



Pero a la vez, soy partidario de la idea de que, para obtener una lectura correcta de estos textos infantiles, es necesario también una translocación de nuestra psique, una metempsicosis metafórica que nos lleve a vernos representados en un personaje del texto. Posicionarnos como un personaje hará que sea más fácil identificar nuestra falencias como jóvenes y adultos (ejem, si lees Matilda y te identificas con la sra. Trunchbull, pues te tengo malas noticias ...).


Ahora, veamos dos ejemplos. Si quisiéramos extraer algún tipo de utilidad desde el texto de la caperucita roja, tenemos que ser cautos con respecto a qué versión leemos. Los hermanos Grimm ya hicieron una modificación (o molificación como llamaría Tolkien) y de ésta no podemos obtener mucha enseñanza como adultos, ya que la mayoría de nosotros ha aprendido e internalizado en la infancia estas enseñanzas como no hablar con extraños, y ¡no decirle a los lobos donde vive tu abuelita! Pero si leemos la versión de Perrault llegamos a ideas que tampoco, de por sí, nos pueden ayudar como adultos. Siguiendo el pensamiento de Oviedo (2009), la caperucita de Perrault es una representación del pecado, con alta influencia erótica, con un simbolismo y arquetipos de fácil reconocimiento, pero que al fin y al cabo, si ya pasamos por la adolescencia, ya no nos es de mucha utilidad más que para formar prejuicios.

En contra parte, ahora observando desde una literatura más moderna, encontramos el poema “the giving tree” de Shel Silverstein. Este poema es una obra que puede abordarse desde distintas perspectivas, pero el tema básicamente está relacionado con el ágape. Según Zalinski (2016) a lo largo de la obra se pueden encontrar distintos temas tales como la relación madre-retoños, la relación madre tierra-humanos, el amor de Dios con las personas, y problemas éticos del comportamiento humano.

Desde cualquier perspectiva que abordemos este texto, se vuelve una buena fuente para martillear la consciencia de cosas que quizás no nos damos cuenta ya que estamos habituadas a ellas. En el caso de la relación madre-hijo, nos puede brincar a la consciencia los esfuerzos que hace una madre/padre para hacer feliz a su hijo pese a que esto le cueste su propia individualidad, y por tanto ser más agradecidos con nuestros padres. En lo personal, el enfoque más acertado y menos limitante sería la ética (aunque lo ideal es abordarlo junto con una interpretación de los personajes); es decir, formular preguntas para poder determinar si x conducta, al fin y al cabo, debe ser imitable. Las preguntas de Zalinski son dignas de tener en cuenta: ¿por qué el árbol continúa dando pese a que ya no le queda nada? ¿qué es lo que hace feliz al árbol? ¿por qué el niño sigue regresando al árbol? A lo que yo agregaría ¿será esta una verdadera fuente de felicidad o es un estado psicopático? Las respuestas a estas interrogantes debe ser respondidas por uno lo más crítico que se pueda, para que así sea significativo. Para llegar a estas interrogantes no es necesario una comprensión profunda de simbolismo, de semiótica o de alguna corriente literaria crítica. Hemos de recordar a Descartes con que “el buen sentido es una de las cosas mejor repartidas en el mundo” (p. 15) y tener confianza en que nuestro juicio es suficiente para lograr extraer el sentido a un texto, pero también aceptar el desafío de Montaigne y pensar algo más de un día.
 

—¡Maestro, maestro! tengo... son... son malas noticias.

—Ay, Shifu, solo hay noticias, no son buenas o malas.
 

—Maestro Oogway, las enseñanzas de la literatura no pueden ser aplicada a nuestra vida diaria!
 

—... Esas son malas noticias.

Ya existen los esbozos de un método para extraer los valores de una obra, pero el verdadero desafío es incluir las conclusiones en nuestra vida diaria. Lamentablemente para ustedes, si quieren hacer algo con ello, van a tener que aprender a hacerlo por ustedes mismos.

Para concluir, es bueno recordar que si bien la literatura misma no se hace con el fin de ser una fuente de sabiduría per se, no podemos negar que muchos conocimientos se pueden desprender de ella. Pero más allá de los conocimientos que encontremos, es necesario pensar sobre ellos, lo cual es difícil. Y tal como lo dijo Séneca, "no nos atrevemos a muchas cosas porque son difíciles, y son difíciles porque no nos atrevemos a hacerlas".


Referencias:

Descartes, R. (1988). Discurso del Método. Santiago, Chile: Ercilla S.A.

Eagleton, T. (1983). Fenomenología, Hermenéutica, Teoría de la Recepción. En Una Introducción a la Teoría Literaria (pp. 38 - 58). Buenos Aires, Argentina: Fondo de Cultura Económico.

Oviedo, J. (2009, Noviembre 24). ANALISIS CUENTO CAPERUCITA ROJA [Mensaje en un Blog]. Recuperado de http://cofrevolador.blogspot.cl/2009/11/analisis-cuento-caperusita-roja.html

Shklovski, V. (1970). El arte como artificio. Teoría de la literatura de los formalistas rusos, 7.

Zalinski, E. (2016, Octubre 10). The Giving Tree: An Analysis [Mensaje en un Blog]. Recuperado de https://medium.com/@ezalinski/the-giving-tree-an-analysis-ddee236b1507 

No hay comentarios. :