domingo, 27 de enero de 2019

Tiempos de barbarie (Sin novedad en el frente de Erich Maria Remarque)

Dentro de poco (29 de enero) se cumplen noventa años de la publicación de este libro antibélico y, a decir verdad, poco y nada cambiaron las contiendas armadas. Es cierto que ya no se combate en duras refriegas de dos ejércitos gigantescos como en la I Primera Guerra Mundial (el evento en el cual se centra esta novela alemana), pero los soldados modernos experimentan la misma sensación de amargura que los de este libro, se suscitan equivalentes destrucciones a las narradas en esta obra y surgen las mismas imprecisiones nacionalistas y educativas. Paul Baumer es un joven soldado que ha (o habrá) perdido todo. Incluso, si atravesara esa larga aventura en un conflicto como lo es sobrevivir, no tiene trabajo al cual regresar o esposa e hijos que mantener. Ni siquiera tiene familia que disfrutar porque, en un permiso del ejército, visita a la misma y se encuentra totalmente perdido como ser humano, no reconoce su papel en la sociedad.

Esta novela enseña una gran verdad: no se debe hablar por ignorancia. Por ejemplo, Remarque (quien participo de la I Primera Guerra Mundial) se sitúa en los debidos derechos de hablar sobre ese infierno, pues él estuvo allí. Personajes secundarios como el padre de Baumer, los amigos del padre y Kantorek, profesor de un nutrido y joven grupo de estudiantes, hablan con ignorancia acerca de la guerra, y por lo tanto, a juicio de Remarque, sin derecho.

Todo es pesadilla para la vida de los pobres soldados que describe este autor. La mayoría no están habituados a semejantes privaciones que se le imponen. Muchas de las víctimas rozan el delirio y la locura.

La muerte es la única solución, el único remedio y, en cierta forma, el único derecho. La mayoría de los soldados del pelotón de Baumer cuentan entre 18 y 21 años, pero han madurado, por no decir envejecido. Veinte jóvenes se enlistan en el ejército, seducidos por la oratoria de Kantorek. Ellos, en el transcurso de la guerra, se convertirán en oficiales, enfermos o cadáveres.

Es una novela que recomiendo para los que posean un ojo critico. Cuenta, hasta el detalle más inescrutable, las amarguras y bajezas de la guerra. Porque hay guerras, pero también hay palabras para describirlas.


Escrito por: Yamil Artigas

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