domingo, 30 de diciembre de 2018

Un pequeño príncipe, de un planeta muy lejano... (El Principito de Antoine de Saint Exupery)


Si tuviéramos que englobar literatura juvenil/infantil en el amplio marco de la literatura del s XX, El Principito obtendría uno de los últimos lugares, si acaso figurase en ese imaginario catalogo. ¿Por que? La respuesta es simple: NO es un libro para niños.

Debemos aceptar que , cuando fue editado NO tenia intenciones Saint Exupery de que lo leyeran únicamente los más chicos; podemos decir lo mismo de cuando fue concebida. NO es un libro para niños, pese a su misteriosa (y breve) nota preliminar realizada por el escritor.

Por naturaleza, nos vemos más involucrados en las obras con referencias personales que suscitan mundos globales a costa de esa infatigable imaginación. Si, esa imaginación, fecundada por nuestras experiencias personales y nuestra actitud frente a ellas, es tan poderosa como efectiva. La vida de este noble escritor francés es una demostración cabal de este pequeño, pero gigante, libro. Si nos emocionamos cuando el Principito llora al contemplar como las rosas son todas semejantes, nos entristecemos más porque Saint Exupery tuvo similares afrentas; pero el libro es sabio (no llega a la altura de otros libros mas sabios) y a los pocos capítulos de acontecido este importante percance hace su aparición el Zorro, quien le enseña al Principito cuan única era su rosa.

Por otro lado, habrá lectores que se identificaran con los personajes secundarios de la trama. El ebrio, que bebe para olvidar que bebe; el rey; el vanidoso; el hombre de negocios... Pero al cerrar las páginas que contienen estas historias, entenderemos como siempre hemos sido solo una persona: el aviador. Testigo de la sabiduría del niño, intentando siempre salvarlo de la muerte y con gozosos deseos de volver a verlo....

Si no leyeron este libro tengo para decirles, además de que son unos fantásticos principiantes, que no se dejen engañar: en la literatura, los molinos pueden parecer gigantes y, los gigantes, no pueden parecerse al Principito; son El Principito.



Escrito por: Yamil Artigas

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